Los probióticos son microorganismos vivos que habitan en nuestras mucosas. Tienen con nuestro organismo una relación de simbiosis, es decir, nosotros les proporcionamos un medio para proliferar y ellos nos devuelven el favor ejerciendo de barrera defensiva.
Aunque los más conocidos son los probióticos intestinales, antes llamados flora intestinal y más recientemente bautizados como microbiota digestiva, la realidad es que estos microorganismos viven en la boca, los pulmones, la piel, el colon, la vagina...
Cada vez sabemos más acerca de estos minúsculos habitantes de nuestro organismo, hasta el punto de que los estudios nos han permitido aislar y cultivar aquellas cepas más beneficiosas para nuestra salud. Desde bifidobacterias y lactobacilos -los más beneficiosos y ampliamente estudiados- hasta otras familias de eucariotas, algunos hongos, virus y levaduras.
La ciencia y la nutrición avanzan rápidamente. Hablamos del segundo cerebro cuando hablamos del intestino porque sabemos que más de 100 billones de microorganismos colonizan nuestro tubo digestivo, influyendo en procesos endocrinos, inmunológicos, neurológicos e incluso psicológicos.
El eje intestino-cerebro es en realidad una autovía de doble carril. Un carril de ida “cerebro-intestino” a través del nervio vago, y otro carril de vuelta “intestino-cerebro” a través de la información que se procesa en la digestión gracias al tipo de microbiota que participa del proceso.
Afecciones digestivas, diabetes, obesidad, alergias, enfermedades autoinmunes y otras degenerativas tienen en común una alteración de la microbiota humana. Hasta ahora se pensaba que era una consecuencia. Pero se ha llegado a la conclusión de que puede ser determinante entre las causas. La alimentación, el estrés y el estilo de vida en general afectan a esta flora digestiva y contribuyen a desarrollar estas patologías.
En definitiva, cuidar nuestra microbiota se ha convertido en parte esencial de nuestro propio cuidado. No podemos olvidar que es una relación simbiótica: si nosotros nos cuidamos, estos organismos lo agradecen, y si cuidamos nuestra microbiota, ella cuidará de nosotros.
¿En qué procesos interviene directamente la microbiota?
- DIGESTIÓN: un déficit de cierto tipo de bacterias o el exceso de otras familias es lo que se llama disbiosis intestinal y afecta a la funcionalidad de nuestro aparato digestivo. Intolerancias, dispepsias, alergias y sensibilidad al gluten no celiaca son cuadros clínicos agravados por el desequilibrio de la microbiota.
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SISTEMA INMUNOLÓGICO: un ecosistema digestivo saludable permite mantener óptimo el intercambio de nutrientes a nivel digestivo. Si existen deficiencias de micronutrientes y algún tipo de malabsorción, antes o después, se verá afectado nuestro sistema inmune. La alteración de la microbiota implica una deficiente respuesta de nuestro sistema defensivo ante virus, bacterias y procesos inflamatorios.
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ESTADO ANÍMICO: las investigaciones dirigidas hacia la prevención de estados de ansiedad y depresión con probióticos apuntan a que ciertas especies de Lactobacilos y Bifidobacterias (L. rhamnosus y B. Longum especialmente) tienen un papel potencial en la reducción del riesgo de depresión. Y hay evidencia suficiente de que estas especies participan del aumento de síntesis de ciertos neurotransmisores como la serotonina.
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PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD: el sobrepeso y la obesidad son los grandes males de nuestra sociedad, y a estos se asocia el desarrollo de multitud de enfermedades. Existen estudios que relacionan el déficit de ciertas especies en personas con tendencia a la obesidad, como por ejemplo Lactobacillus gasseri y Bifidobacterium breve. Es posible que nuestra predisposición genética juegue un papel tan importante como el de nuestro microbioma en cuanto a la acumulación de grasa, resistencia a la insulina y producción de colesterol.
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INFECCIONES VAGINALES: La administración de probióticos orales en infecciones vaginales puede contribuir a la regeneración de la microbiota. Además, puede aumentar la efectividad del tratamiento farmacológico y disminuir la tasa de recaída. Lactobacillus crispatus contribuye a la curación del epitelio dañado de la vagina y protege frente a la infección por Candida albicans y puede inhibir su crecimiento y reducir su virulencia.
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SALUD BUCODENTAL: Si hay un crecimiento excesivo de microorganismos potencialmente patógenos en la boca se puede generar un desequilibrio que provocará enfermedades orles como gingivitis, halitosis, caries o periodontitis. Los probióticos pueden tener efectos beneficiosos, ayudando a disminuir los síntomas.
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HELICOBACTER PYLORI: es una bacteria que infecta el revestimiento epitelial del estómago y es uno de los patógenos con incidencia más elevada a nivel mundial. PylopassTM es una cepa patentada de Lactobacillus reuteri que actúa formando coagregados con Helicobacter pylori y facilitando su expulsión del organismo.